lunes, 20 de octubre de 2008

Ilustraciones

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Ilustraciones, anecdotas y chiste.







La naturaleza

Un maestro oriental que vio cómo un alacrán se estaba ahogando, decidió sacarlo del agua, pero cuando lo hizo, el alacrán lo picó. Por la reacción al dolor, el maestro lo soltó, y el animal cayó al agua y de nuevo estaba ahogándose. El maestro intentó sacarlo otra vez, y otra vez el alacrán lo picó. Alguien que había observado todo, se acercó al maestro y le dijo: "Perdone, ¡pero usted es terco! ¿No entiende que cada vez que intente sacarlo del agua lo picará?". El maestro respondió: "La naturaleza del alacrán es picar, y eso no va a cambiar la mía, que es ayudar". Y entonces, ayudándose de una hoja el maestro sacó al animalito del agua y le salvó la vida.
No cambies tu naturaleza si alguien te hace daño; solo toma precauciones. Romanos 12:21 - No seas vencido por lo malo; mejor vence con el bien el mal. LA BIBLIA
Autor: Victor Mendoza


La naranja y el ateo.

Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio defendiendo la inexistencia de Dios.
Después de haber finalizado su discurso, desafió a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma.
Un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su adicción a las bebidas alcohólicas, pero que había encontrado recientemente liberación y esperanza en Cristo Jesús acepto la invitación y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.
El conferencista le pidió que hiciera la pregunta; el hombre, continuó imperturbable pelando la naranja en silencio, al termino de lo cual, se la comió.
Se volvió al conferencista y le preguntó : "¿Estaba dulce o agria?"
"No me pregunte tonterías", respondió el orador con señales evidentes de enojo; "¿Como puedo saber el gusto si no la he probado?"
Y aquel hombre regenerado por el amor de Dios respondió entonces:
"Y ¿como puede usted saber algo de Cristo, si nunca lo ha probado?"


El testimonio del chino convertido

Un chino que se había convertido dijo: Estaba caído en un pozo, casi ahogado por el barro, clamando que alguien me ayudara. En eso apareció un anciano de aspecto venerable que me miró desde arriba y me dijo: -Hijo, este es un lugar muy desagradable. -Sí que lo es. ¿No puede usted ayudarme a salir? -Hijo mío, me llamo Confucio. Si hubieras leído mis obras y seguido lo que ellas enseñan, nunca hubieras caído en el pozo. Y con eso se fue. Pronto vi que llegaba otro personaje, esta vez un hombre que se cruzaba de brazos y cerraba los ojos. Parecía estar lejos, muy lejos. Era Buda, y me dijo:
-Hijo mío, cierra tus ojos y olvídate de ti mismo. Ponte en estado de reposo. No pienses en ninguna cosa desagradable. Así podrás descansar como descanso yo. Mí, padre, lo haré cuando salga del pozo. ¿Mientras tanto?... Pero Buda se había ido. Yo ya estaba desesperado cuando se me presentó otra persona, muy distinta. Llevaba en su rostro las huellas del sufrimiento, y le grité: -Padre, ¿puedes ayudarme? Y entonces bajó hasta donde yo estaba. Me tomó en sus brazos, me levantó y me sacó del pozo. Luego me dio de comer y me hizo descansar. Y cuando yo ya estaba bien no me dijo: "No te caigas más", sino "Ahora andaremos juntos". Y desde entonces andamos juntos. Así contaba el chino la historia de la compasión del Señor Jesucristo.

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El ladron de la radio

Lectura bíblica: Salmo 33:15 Texto Clave: Hazme saber, Jehová, mi fin, y cuanta sea la medida de mis días, sepa yo cuán frágil soy.
¿Alguna vez te has preocupado por alguien que se ha querido quitar la vida? Debes de confiar en Dios y orar por él, porque Dios tiene la vida de todo ser en sus manos, así, que te contaré la siguiente historia. Este caso fue real, se trata de un hombre que en alguna etapa de su vida y por los muchos problemas que enfrentaba decidió privarse de la vida misma, así que tomó su auto, encendió la radio y se apresuró a llegar a un lugar desierto donde procedió a sacar una pistola para detonarla en las sienes de su cabeza, pero antes de jalar el gatillo escuchó por la radio la voz del locutor en tono fuerte y desesperante que decía: SUELTA ESA PISTOLA EN EL NOMBRE DE JESÚS, al oír esto soltó el arma inmediatamente sin poner resistencia y lloró hasta vaciarse de todos sus problemas.
Lo que hizo decir estas palabras al locutor que salvaría la vida al protagonista de esta historia, fue un ladrón que desconociendo dónde se había metido entró a la cabina de radio para robar lo que pudiera con pistola en mano, entonces aquél locutor al ver a dicho hombre se espantó y con valentía gritó: SUELTA ESA PISTOLA EN EL NOMBRE DE JESÚS, y el ladrón se fue corriendo. ¡Quién iba a imaginar que Dios utilizaría a un ladrón para salvar la vida de alguien!, no cabe duda que nuestra vida está en sus manos. Oración: Señor mi Dios, estoy confiado al saber que mi vida y la de mis seres queridos está segura en ti, te agradezco por tu amor en el nombre de Jesús. Amén.
Autor: Alfredo Pacheco